sábado, 17 de abril de 2010

Alondra

Alo, como le decían sus amigos y familiares era fotográfa, cuando tenía 25 años, en el 74 se casó en la ciudad de La Plata con un periodista a quién había conocido un tiempo atrás trabajando: Zacarías Sanz, 10 años mayor que ella.
El 20 de Febrero de 1976, el matrimonio tuvo una noticia que alegraría sus vidas: Alondra estaba en la dulce espera.
Zacarías y Alondra se dedicaban a hacer publicaciones periódisticas independientes en un suplemento que habían creado juntos, dónde exponían sus ideales; investigaban cuestiones sociales y estaban presentes en cada acto político cubriendo el hecho. Ella tomaba fotos, él escribía artículos y luego, en su propia casa hacían la edición con la ayuda de Marcos, un amigo de la infancia de Alondra. Además, en el frente del departamento dónde vivían en la calle 61, tenían un kiosko.
Un mes y cuatro días después de la noticia de la llegada del bebé a la pareja se declara en el país el llamado "Proceso de Reorganización Nacional", impuesto por la junta militar, la cual quedó, a partir de esa fecha a cargo del poder estatal en la Argentina. Lo primero que pensó Zacarías cuando se enteró de esta noticia fué que iba a ser un buen tema para investigar, pero no fué tan sencillo.
Ese mismo día la junta sacó un comunicado el cuál limitaría el trabajo que apasionaba a los Sanz, el mismo señalaba:
"Se comunica a la población que la Junta de Comandantes Generales ha resuelto que sea reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o imágenes provenientes o atribuidas a asociaciones ilícitas o personas o grupos notoriamente dedicados a actividades subversivas o al terrorismo. Será reprimido con reclusión de hasta diez años, el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare noticias, comunicados o imágenes, con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar las actividades de las Fuerzas Armadas, de Seguridad o Policiales".
Alondra sabía que su esposo no iba a dejar su trabajo ahora. El no conocía límites, era un hombre muy decidido y luchaba incondicionalmente por lo que amaba: Su profesión. Entonces, pensó en seguirlo.
La noche del 30 de Abril Zacarías discutió con Marcos, quién lo había acompañado en su labor hasta ese momento. El editor del suplemento de los Sanz dijo ya no estar de acuerdo con los ideales de la familia, por eso se abrió del proyecto al día siguiente.
Para fines de Agosto del año 1976 la joven transitaba la última etapa de sus 6 meses de embarazo. Mientras tanto sus publicaciones independientes seguían en vigencia, pero, en el anonimato, simulando ser simples periodistas retirados que ahora se dedicaban a atender su kiosko. Ya para ese entonces muchos colegas del ámbito periódistico habían sido detenidos y sus familias no sabían nada acerca de su paradero. A estas personas sin paradero dentro del gobierno se los denominaba subversivos, los militares prohíbian cualquier forma de expresión o pensamiento libre.
Precisamente a las 23:00 del 4 de Septiembre, Alondra atendía el kiosko cuando dos hombres que parecían uniformados por sus características entraron al lugar: Ambos tenían bigotes y lentes de sol negros. Afuera estaba Marcos, y presentaba las mismas características que ellos. Estaba muy asustada, empezó a temblar, no podía hablar, tiritaba de los nervios y un calor sofocante empezó a recorrerle el cuerpo. No podía creerlo. Sabía que esos hombres eran militares, y su amigo de la infancia los acompañaba. Respiró profundo y dijo:
- Buenos días señores, ¿que necesitan?
- El señor Zacarías Sanz? - preguntó uno de ellos, el más robusto, con una voz muy ronca
Alondra empezó a temblar nuevamente. No sabía que responder. Su esposo estaba en el fondo de su casa escribiendo un artículo sobre los colegas que habían desaparecido a lo largo del año.
Lo vió a Marcos, parecía transformado, otra persona, un desconocido que había vendido su alma al diablo y la información al enemigo. Nuevamente, y después de unos segundos tomó aire nuevamente y respondió:
- No se encuentra, salió...
Los hombres voltearon y miraron a Marcos, quién les señaló el pasillo que daba al fondo de la casa, dónde estaba Zacarías trabajando en su artículo.
No dijeron ni siquiera adiós. Se retiraron del kiosko y se introdujeron por los fondos del lugar.
Alondra empezó a llorar desconsoladamente, no sabía que hacer, ni como reaccionar. Entonces corrió tras ellos. Marcos los reclutaba.
Cuando llegó a la improvisada sala de redacción su marido estaba en el suelo, reducido, como si fuera un delincuente, los dos hombres lo golpeaban y le hacían preguntas que él no podía responder. Ella estaba en la puerta, con la mirada repleta de miedo y tomándose la panza. Marcos supo en lo que se había metido y le dijo:
- Corré Alo, esto no es con vos, andate porque te van a llevar a vos también
Sin embargo Alondra se quedó parada y en cuánto pudo sacar la voz de su garganta gritó:
- Dejenlo en paz! no hizo nada malo, sólo estaba trabajando, escribe una novela - mintió
Uno de los hombres volteó hacia ella con un arma en la mano, se le acercó. Marcos quizo protejerla, pero el hombre gatilló y le dejó un tiro en la cabeza. Finalmente no era más que un informante, no lo necesitaban más.
El hombre, luego de gatillar le tapó la boca a Alondra y le pidió:
- Quédate quieta, callate y todo va a salir bien -
Le puso una cinta en la boca. Le vendó los ojos. Desde ahí Alondra no vió más.
Después de un viaje de aproximadamente una hora se despertó, con los ojos aún vendados en un extraño lugar, dónde se oían gritos de mujeres, de hombres y represarias. Era como un infierno. Alondra se agarraba el vientre.
Preguntó: - Hay alguien acá conmigo?
- Si, yo - dijo alguien con voz aniñada. Era Elisa, una chica de 20 años, que tampoco entendía lo que pasaba. Le contó con llanto que estaba en su casa durmiendo y que los uniformados la habían venido a buscar sin motivo, preguntándole por nombres de personas que ni siquiera conocía.
Alondra le dijo:
- Tengo hambre, no sé dónde está mi marido. Lo golpearon en el fondo de mi casa. Después me vendaron los ojos y no lo ví más-
- No sé cuanto tiempo vas a estar acá vos, ni yo, ya perdí la cuenta de los días. Va a ser difícil que encuentres acá alguien que conozcas- respondió Elisa
- Estoy embarazada, no me pueden hacer esto- dijo
- Muchas chicas que pasaron por acá lo estaban, sin embargo a todas nos lastiman, nos hacen cosas horribles. De cuánto estás?-
- De casi 7 meses -
- Ojalá tengas la suerte de poder tenerlo fuera de acá, así te quedás con él porque a las otras chicas después de dar a luz les dijeron que iban a llevar sus bebés con los abuelos -
De repente se oyeron pasos, y voces. Alondra no entendía nada. Alguien se le acercó y le dijo:
- Tenés hambre? comé- y se escuchó un ruido metálico. Le dieron de comer en la boca, estaba atada de manos. El sabor no era de su agrado, pero estaba hambrienta asique se tragó esa polenta rancia.
Después oyó a Elisa gritar: - No me lleven, por favor!
- Callate nena, te vas a divertir - dijo un hombre mientras conversaba con otro:
- Está casi de 7 meses, la escuché que le dijo a la otra. En unos días la llevamos y nos sacamos el tema de encima - Se llevaron a Elisa, Alondra se dió cuenta porque ya no la oía.
Estaba llena de miedo. No entendía que iban a hacerle en unos días, ni a ella ni a su bebé, tenía miedo que maten a su hijo. En el terminó de dos días perdió la noción del tiempo.
Fué mucho tiempo para ella pero no sabía cuanto, y en realidad había pasado menos de un mes. Un día la vinieron a buscar y la llevaron a otro lugar. La anesteciaron y lo único que escuchó fué el llanto del bebé.
- Es una nena! - dijo una mujer
Alondra gritó: - Dejamela ver!!! se llama Esperanza -
Se la pusieron en el pecho, pudo sentir el olor de su hija, pero en fracción de segundos se la llevaron diciéndole que la nena iba a estar en la casa de su madre en La plata, y que le iban a decir que la inscriba en el registro civil como Esperanza Sanz.
Devolvieron a Alondra al lugar dónde estaba antes de dar a Luz. Se sentía dolorida. Elisa nunca más había vuelto. Cuando llegó había otra chica que hizo la misma pregunta que Alondra cuando llegó al lugar: - Hay alguien acá conmigo?
Alondra sin fuerzas dijo : - Yo, Alondra - y le explicó todo lo que estaba pasando a la chica nueva, que estaba embarazada y tenía 21 años. Se llamaba Alicia. Le contó lo que le acababa de suceder, pero unos minutos más tarde se llevaron a Alicia para que lo viva en carne propia, estaba embarazada de 8 meses.
El tiempo no pasaba, Alondra moría de hambre y cada algún tiempo le daban de comer. Otras veces se la llevaban para golpearla y hacerle diversas atrocidades que jamás se hubiera imaginado.
Pasaron 4 meses. Ya no tenía fuerzas. Pedía morir, quería que la maten. Extrañaba a Zacarías, quería ver a su hija. Pensaba en como ella estaba creciendo y lloraba hasta perder la noción. Sentía que se había vuelto loca.
El 10 de Enero del 1977 un hombre vino a buscarla, la cargo en un auto y se la llevó. La bajaron, le desataron las manos y se fueron. Se quitó las vendas con las manos, la luz del sol la encandilaba, se miró las manos y estaban completamente lastimadas, su ropa rasgada, llena de sangre, indistingible, no sabía si era roja, marrón o de qué tonalidad.
Empezó a correr, estaba asustada pero olía la libertad. Imaginaba encontrarse con su hija al llegar a casa. Entró en un local que encontró y contó lo que le había pasado, dijo quién era, la habían dejado a unas cuadras de la casa de su madre.
Su padre la fué a buscar con lágrimas en los ojos y le dijo:
- Pensamos que estabas muerta -
- Y Esperanza? - dijo ella
Su padre la miró desconcertado y sin entender y respondió
- Quién es?-
- Cómo quién es? la nena que tuve en ese lugar horrible, me dijeron que la iban a llevar con ustedes-
- No hija, a nosotros no nos trajeron nada, pensé que habías perdido el bebé-
- Vamos a buscarla, me la sacaron! me robaron a mi marido, y a mi hija- dijo llorando
El padre de Alondra no pudo responder a esas súplicas, sabía que las cosas eran complicadas, que a mucha gente le había pasado lo mismo, y que jamás encontrarían a la criatura. Se la llevó a su casa, la obligaron a comer, se bañó y durmió tres días seguidos.
Cuando se despertó empezó a buscar a su hija. Pero era difícil. Los militares todavía seguían en el poder. Hizo campañas, marchó con otras madres, pero la nena no apareció.
Su esposo, Zacarías jamás volvió. Y cada noche ella lloraba su ausencia. Pero Alondra era fuerte, luchaba por su hija, era lo único que le quedaba de su pasado feliz, y de Zacarías. Ella recordaba cuando soñaban con el nacimiento de su hijo juntos, decían que era un tesoro de los dos, y su marido estaba ilusionado como nunca.
Así estuvo durante seis años.
En Diciembre de 1983 cayó el gobierno militar. Alondra festejó, e incluso después de mucho tiempo se reunió con sus amigos de la secundaria para compartir la alegría. Tenía un presentimiento que le decía que Esperanza iba a estar con ella pronto.
Una mañana Alondra fué con su madre al supermercado, cuando estaban en la caja vió una nena de tez blanca, sumamente pálida, con ojos azules razgados como los de Zacarías. La chiquita estaba con una señora mayor, a la cuál llamaba Marta, no parecía feliz. La mujer la reprendía constantemente, escuchó que le decía:
- No toques eso! no te voy a comprar nada, ya me tenés cansada. No estoy para esto, Esperanza!
Alondra abrió los ojos y su madre la miró preocupada. Se acercó, tomó los caramelos que la niña estaba tocando y le dijo:
- Yo te los voy a comprar linda
La nena sonrío y le contestó: - Gracias, sos re buena, yo quiero una mamá jóven linda y buena como vos
Alondra se llenó los ojos de lágrimas. Era su hija, estaba segura, no era casualidad.
La mujer que acompañaba a Esperanza le dijo a Alondra que la nena era muy revoltosa porque nunca la habían podido dominar bien, le contó que era una nena especial.
- Por qué? - le preguntó Alondra
Y con la voz bajita la mujer le dijo - Es adoptada, la trajo mi ex marido a mi casa cuando era recién nacida, prematura, yo la concentí mucho desde que llegó, y ahora no puedo dominarla, la quiero mucho, pero es más nieta que hija, yo tengo hijos un poco más chicos que vos -
- Ahhh - respondió cautelosa, y retrucó - No está buscando una niñera? yo me dedico a eso -
- No me digas querida! es lo que necesito, tenés un teléfono para que te llame?-
La madre de Alondra la observó con cara de resignación, y la dejó que se encargue de recuperar a su hija, la cuál ya tenía 6 años y era, aparentemente indomable
- Sí, tiene un papel?- y anotó el número presentándose por su nombre
- Te voy a llamar mañana - dijo la mujer
Al día siguiente, Marta, la madre adoptiva de Esperanza se reunió con Alondra, le contó toda la historia: Su ex marido era militar, y había adoptado a la niña -según su versión- en un orfanato de la provincia de Buenos Aires
- Me la trajo de sorpresa, yo al principio estaba contenta - dijo Marta y aclaró - No es que ya no la quiera, es una criaturita, pero necesita a alguien más jóven, alguien que la entienda mejor, y mi ex marido ya no se hace cargo, se jubiló y en unos meses se va del país, no le interesa-
Cuando Marta dijo todo eso, Alondra cambió de opinión y decidió decir la verdad, le contó a Marta la historia, la mujer estaba asombrada, lloraba, pero alcanzó a decir algo simple:
- Yo lo sabía. Lo presentía, lo sospechaba, me trajo una partida de nacimiento como si yo hubiese parido a la criatura, ya con nombre y todo, y no lo quise ver, estaba deprimida, desesperada y la bebita me trajo vida. Perdoname. Te robé todos estos años, pero no tenía forma de asegurarlo, ni de buscarte, y no la iba a dejar solita, la crié. Vamos a explicarle a la nena quién sos, ella no me quiere mucho, lo va a entender. Es una casualidad muy grande, yo estoy muy encariñada, pasaron 6 años, pero en tu lugar me moriría de dolor, yo tengo mis hijos, y no te puedo seguir robando tiempo de ser madre, sos jóven... y es tu única hija, la historia que me contaste me causa asombro y dolor, ella es lo único que te queda de tu esposo. Adoptala, yo la voy a ir a ver.
- Al menos me hicieron caso, le pusieron el nombre que pedí. Pero no sé si esa es la solución, no sé si la nena va a querer y no quiero que sufra, es muy fuerte para una nena de 6 años- dijo Alondra
- Vamos a verla, vamos a preguntarle - contestó Marta
Fueron hasta la casa de la mujer dónde estaba Esperanza. Cuando vió que entró Alondra sonrío y le dijo: - Vos vas a jugar conmigo?-
- Si bonita, te gustan las muñecas?-
- Me encantan!-
- Bueno, primero vamos a charlar, y después jugamos todo todo lo que quieras-
- Está bien, que pasa?-
Marta intervino:
- Mirá negrita, te acordás que te conté hace unos días que vos tenías una mamá que te había tenido en la panza y no te pudo cuidar porque estaba enferma?-
-Si...-
-Bueno, esa mamá es Alondra, ahora está sanita, y le gustaría cuidarte y ser tu mamá para siempre, vos querés?-
- En serio?! Si! una mamá buena y linda-
- Qué, yo soy mala?-
- No, pero vos sos Marta, no mi mamá-
Alondra lloró de alegría. Abrazó a Esperanza y le dijo si quería irse con ella. La nena dijo que sí, pero le pidió a Marta que vaya a visitarla de vez en cuando porque la iba a extrañar.
En dos meses terminaron los trámites de adopción.
Marta continúo visitando a Esperanza y cuando fué bautizada por su madre la consagraron madrina de la niña.
Cuando Esperanza cumplió siete años conoció a su padre, quién volvió de un centro de detención clandestino dónde fue torturado por todo ese tiempo, pero sobrevivió. Los Sanz compraron una nueva casa en Villa Elisa y tuvieron dos hijos más. Pudieron ejercer el periodismo independiente con tranquilidad y en un período de 10 años sacaron a la venta su diario titulado "Esperanza matutina".